lunes, 12 de septiembre de 2011

A DIEZ AÑOS DEL ATENTADO TERRORISTA DEL 9/11


Triste tragedia mundial que marcó la vida de la humanidad
Muy difícil olvidar ese trágico día. Me encontraba a punto de desayunar para ir a la universidad y ocasionalmente encendí el televisor para poder seguir las noticias de la mañana, cuando de pronto pude observar que todos los noticieros nacionales en cadena, transmitían un accidente aéreo registrado en los Estados Unidos, precisamente en el World Trade Center de New York. Al principio, mientras repetían las imágenes del primer impacto, pensé que se trataba de un avión militar que se había estrellado con algún edificio de la ciudad, pero luego de unos instantes, pude darme cuenta que no se trataba de dicho avión, sino que por el tamaño y la dimensión del enorme edificio, hacía que una aeronave comercial BOEING parezca un insignificante avión de menor escala en comparación con tan imponente construcción. Por lo que en efecto, las noticias anunciaban que se trataba de las Torres Gemelas y se confirmaba con eso que el país, hasta ese momento, más seguro del mundo, era víctima del ensañamiento terrorista más grande registrado en su historia hasta ese entonces.
Era difícil de concebir la idea de un atentado terrorista, sobre todo a un país como Estados Unidos, al cual estamos acostumbrados a verlo a través de Hollywood, en donde cuantas veces nos ha maravillado su servicio de inteligencia y seguridad pública a través de instituciones como la CIA, el FBI, los SWAT, etc. Pero contrastando con la realidad, vemos que dicho atentado dentro de territorio americano, demostró la debilidad de lo que hasta ese entonces era una potencia hegemónica en temas de seguridad, generando hasta hoy en día, un clima de inseguridad e incertidumbre por parte de los ciudadanos estadounidenses, que ven con mucho recelo las políticas de gobierno que puedan implementarse a favor de garantizar la paz y la tranquilidad inclusive, dentro de su propio territorio.
Pero este problema de inseguridad y desconfianza, no sólo ha afectado a los Estados Unidos, sino que también ha arrastrado a otros países, sobre todo a los de la Comunidad Europea, debido a que el enemigo que enfrentan no se trata en este caso de un solo país o un grupo de países que intentan expandir sus territorios, sino que principalmente el argumento de conflicto y terror tiene que ver con razones de índole religioso, por lo que ha cambiado el concepto de guerra, quedando inútil todo armamentismo a gran escala que caracterizaba a las denominadas “potencias mundiales”, ya que en este caso no se enfrentan a un ejército en un campo de batalla, sino que el enemigo puede estar habitando en su propio territorio, esperando la orden para que injustificablemente para nosotros, pero sí para ellos, cometan otra atrocidad como el ataque a las torres gemelas, basado en un fundamentalismo terrorífico, ejecutado por mártires ideologizados que no les importa entregar sus vidas a cambio de lograr sus macabros objetivos.
Ante este contexto, podemos acaso pensar que Estados Unidos y sus aliados, hicieron algo en ese entonces como respuesta para poner fin a esta guerra del terror, pienso que no; por el contrario considero que lo agravaron más, debido a la justificación que encontraron para invadir países como Afganistán o Irak, violentando libertades individuales de dicho países, para garantizar la “seguridad nacional y mundial”, con lo cual buscaban legitimar toda acción violenta fuera de sus fronteras a cambio de aprovechar también para saquear dichos países provistos de petróleo y otros insumos energéticos. En este caso, el principal responsable de esta política del terror versus el terror, es sin duda el ex presidente norteamericano George Bush, en donde a través de un discurso confrontacional, justificó su accionar bélico, fuera de todo entendimiento diplomático, con lo cual quedó demostrado que las guerras no solucionan ningún tipo de problemas, sino que los agravan más y donde la violencia nunca puede ser una opción.
Han pasado diez años de esa terrible tragedia y todos debemos reflexionar, en que para garantizar la paz de la humanidad, no se necesitan de países que se ufanen por mostrarles al mundo quien es el más fuerte, ni quien tiene las bombas o las armas más destructivas, sino que si debe existir confrontación, debe ser en el terreno de las ideas y el pensamiento; enseñando con el ejemplo que con la religiosidad no se consigue nada, y que por el contrario, solamente buscando en la verdadera expresión de amor que es Dios y girando nuestra vida alrededor de ÉL, es que podemos no solamente vivir en paz, sino que también nos permite estar en paz.
Que la violencia nunca sea una opción repito, debemos convencernos que jamás el terrorismo ni ninguna clase de pensamiento social o religión puede ir más allá del bienestar del ser humano, ya no se trata de buscar culpables ni debatir tampoco en el terreno religioso cuando se trate de acusar a los ateos, a los musulmanes o a los mismos cristianos. Que el arma más poderosa de la persona sea el diálogo para la solución de problemas y conflictos; sólo bajo esa perspectiva de vida, es que al menos vamos a contribuir para que el mundo no se destruya antes de lo previsto.

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