lunes, 26 de septiembre de 2011

LA SEGURIDAD EN EL FUTBOL PERUANO Y SU HORA FÚNEBRE


Siempre tiene que suceder una tragedia para recién tomar acciones. ¿Hasta cuándo?
Era sábado, siete y media de la noche, aún me encontraba triste por la tonta derrota del equipo de mis amores, cuando de pronto, no había pasado ni media hora más tarde, y las voces de mi familia empezaron al unísono, a replicar en mi oído: ¡Ya ves, has podido ser tú ese muchacho muerto de alianza!, ¡así quieres ir a los clásicos!, ¡cualquier día te puede pasar eso a ti!, etc., etc., frases que guardan mucha razón, aunque en ese momento las consideré excesivas dentro de mi pobre raciocinio trastocado por la pasión desbordante por el fútbol, pero que ahora recién 48 horas después, logro asimilar y entender que son verdad, sobretodo con esta deficiente clase de organización de eventos deportivos, la mala seguridad ofrecida por la policía nacional y la municipalidad qua autoriza los permisos y lo más grave aún, los desadaptados sociales, que con la excusa de una camiseta, son capaces de enlutar familias y convertir un bonito espectáculo, una “fiesta deportiva” como se le conoce, en un trágico evento que no hace más que crear un prejuicio justificado para las familias y la sociedad, en cuanto al hecho de participar en algún evento deportivo que tenga que ver con el fútbol. 
Pero esta lamentable muerte del “Loquito”, como cariñosamente se le conocía a Walter Oyarce quien esta semana cumpliría 24 años de edad, estudiante de ingeniería de USIL e hincha acérrimo blanquiazul, ¿Puede ser considerado acaso como un hecho aislado?, es decir, ¿Se podría ver como una eventualidad este trágico deceso?, desde luego considero que no. Quizás se pueda ver así, debido a la atención mediática que le está dando el periodismo y la sociedad misma quien viene condenando este acto criminal, pero no olvidemos que hace menos de un año, en el mes de octubre para ser más exactos, ocurrió otro triste episodio, cuando una joven contadora (Paola Vargas) que se transportaba en bus por la avenida Javier Prado, fue lanzada por un barrista (Ronny Ramos Pérez alias “Bolón”), perdiendo la vida instantáneamente al estrellarse contra el pavimento. Por lo que como vemos, siempre se espera que sucedan trágicas pérdidas, para que la sociedad y las autoridades se movilicen y tomen recién acciones que hasta el momento sólo mitigan el problema, pero que no necesariamente lo solucionan y que mucho menos los previenen.
Pero, ¿Se podría determinar verdaderamente cual es el problema de la inseguridad en la que vivimos?, otro hecho más reciente que también concientizó a muchos, fue el ataque vandálico a la familia del Congresista Renzo Reggiardo, en donde gracias a Dios no hubo pérdidas mortales, pero que puso el dedo en la llaga, frente a este mal que sufren no solamente los limeños, sino que también los sufren muchos peruanos a lo largo del país, trayendo consigo que se tomen una serie de medidas para contrarrestar este flagelo criminal; medidas que van desde agravar las penas, la eliminación de los beneficios penitenciarios, un mayor despliegue policial en las calles, la formación de una comisión de Seguridad Ciudadana en el Congreso y el liderazgo mismo del Ejecutivo a cargo del CONASEC, pero como podemos ser testigos, a la fecha no se está viendo resultados en lo correctivo, quizás porque recién se deben estar implementando las normativas y el presupuesto necesario pare ello; pero creo que en lo preventivo tampoco se está haciendo nada, y esto debido a que el trabajo de las municipalidades e instituciones educativas todavía son ineficientes en materia de prevención del delito, sobretodo a través de la formación integral de la niñez y adolescencia, con lo cual se establezca un trabajo a largo plazo, para que los futuros jóvenes encuentren otro tipo de oportunidades a través del arte, el deporte y las ciencias.
Ahora, otro detalle que debemos tener en cuenta tomando como referencia el fatídico desenlace del sábado pasado es que, si bien es cierto ha existido un despliegue policial de 40 mil efectivos en los alrededores e interiores del Estadio Monumental, apoyados también por serenos de la Municipalidad de Ate, estos se han estado encargando principalmente y como la lógica lo manda, de “controlar” a los barristas de “Comando Sur” y la “Trinchera Norte” como usualmente se hace para que no ocasionen destrozos ni peleas de barras al iniciar o terminar el espectáculo; pero quién podría pensar que dentro del lugar preferencial más seguro del estadio como son los “Palcos”, podría ocurrir algo así; sobretodo ocasionado, no por el pueblo común y corriente que normalmente se ubica en las barras, sino por jóvenes “clasemedieros” de San Borja, que bajo impulsos desmedidos y quizás bajo el efecto del alcohol y las drogas, violentan contra la integridad de los demás, con lo cual acaba en resultados como el que tenemos hoy en día.
Por lo que en ese sentido, si se tienen que encontrar responsables solidarios de este hecho, muy a parte de los dos criminales que arrojaron cobardemente al joven barrista aliancista del palco C-128, son los organizadores del mismo evento, es decir la dirigencia del Club Universitario de Deportes, quienes no se pueden lavar las manos aduciendo que dicha localidad es de propiedad privada y por lo tanto no tienen nada que ver; porque además siendo ellos los organizadores como locales, tienen la obligación de garantizar todas las medidas de seguridad para sus asistentes, no solamente a través de la policía para resguardar a las “barras” en las afueras del estadio, sino que también hacerlo dentro del mismo, a través de la empresa privada que contratan para que junto a la policía y con apoyo de la Junta de Propietarios de los Palcos, controlen la provisión de licor y armas de sus asociados y entre ellos mismos garantizar su seguridad.
Finalmente, ser consientes que el vandalismo y la criminalidad, no respeta condición social, ni por parte de los agraviados ni tampoco de los agraviantes, por lo que el trabajo preventivo debe trascender todo circulo social a través de las escuelas y los gobiernos locales; tomando conciencia que muchas veces el accionar de una persona deviene principalmente de cómo se ha ido formando dentro de su familia y también como la sociedad ha influido negativamente en la personalidad de dicha persona. Considero que a través de este trabajo previo es que quizás se pueda atenuar esta insania cíclica que tanto nos conmueve y que muestra el mayor grado de indignación de la sociedad, cuando aparece un muerto y comenzamos a hablar de penas y sanciones, hasta que todo pasa y después queda en un triste olvido.

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